
Renacer Merlo
El requisito fundamental para la existencia de la Ayuda Mutua
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A lo largo de los años, en reuniones mantenidas con diferentes grupos Renacer, hemos hecho una misma pregunta a sus integrantes, una pregunta por la que se abre el camino a la adecuada comprensión del fenómeno de la ayuda mutua.
Esta pregunta es: ĀæcuĆ”l creen ustedes que es el requisito fundamental para la existencia de la ayuda mutua? ĀæQuĆ© es aquello sin lo cual la ayuda mutua no podrĆa existir?
Entonces, solĆamos obtener respuestas de la mĆ”s variada Ćndole, como, por ejemplo, alguien decĆa Ā”El amor!, otro Ā”El sufrimiento!, mientras que un tercero replicaba Ā”Un lugar para reunirnos!
En ese momento se imponĆa un breve parĆ©ntesis para que todos pudieran sopesar las respuestas y crear una adecuada expectativa en el ambiente, que en tensión esperaba la respuesta, momento en el cual dicha respuesta tomaba vida.
”El requisito indispensable para la ayuda mutua es⦠la presencia de un Otro!
”No puede haber ayuda mutua si estoy solo en el lugar de reunión!
Ahora con el pasar de los aƱos se ha comprendido su significado
Por esta razón es que debo cuidar mÔs al Otro que a mà mismo, es el Otro el que permite y facilita el despliegue de mi trascendencia.
Es el Otro, quien me interpela cara a cara, cuya sola presencia es experiencia antes que palabras, experiencia de un sufrimiento compartido, que no puedo rechazar ni negar, a riesgo de negarme a mĆ mismo.
(Del Mensaje de Renacer, sobre ayuda mutua: En āDel egocentrismo a la autotrascendencia a travĆ©s de la Ayuda Mutuaā)
Los Grupos Renacer
Los grupos Renacer funcionan sin autoridades, sin recursos financieros, son apolĆticos y no adhieren a ninguna religión en particular. Respetamos las creencias religiosas que cada padre pueda tener o la postura de aquellos que no tienen ninguna.
Los grupos estÔn dirigidos a TODOS los padres que perdieron hijos por fallecimiento, no importa cual haya sido la forma (enfermedad, suicidio, homicidio, accidente, etc) y no hacemos distingos de ninguna naturaleza con los padres que llegan, no importa su clase social, económica o cultural, su estado civil, su raza, si desea asistir solo o con su pareja. No hay diferencia para nosotros, TODOS son padres y madres que enfrentan la muerte de un hijo
RESEĆA HISTĆRICA DE RENACER
Renacer se inició en RĆo Cuarto, Córdoba, el 5 de diciembre de 1988, fundado por el matrimonio de Alicia y Gustavo Berti, luego de la partida de su hijo NicolĆ”s.
A la fecha hay al menos un grupo en cada provincia de Argentina, Uruguay , Paraguay, Chile, MƩjico , Guatemala, El Salvador, Costa Rica y EspaƱa.
Los grupos no tienen asistencia médica, religiosa o psicológica, estÔn constituidos por padres que han perdido sus hijos, o todo aquel que sufre la pérdida de un ser querido.
Los padres que han perdido sus hijos por fallecimiento, independientemente de la causa que produjo esa pérdida, sea enfermedad, accidente, suicidio u homicidio, viven una crisis existencial muy severa y la experiencia mÔs próxima a su propia muerte.
Las preguntas sobre el sentido de la vida, el significado de la muerte, la existencia de Dios, el amor y tantas otras, que en la vida cotidiana, parecen cuestiones filosóficas, adquieren una importancia extrema y encontrar una respuesta para ellas se convierte en un largo y difĆcil camino .
El hombre doliente no es un enfermo, los Grupos Renacer, constituidos por padres que han pasado o estĆ”n pasando por esta dolorosa experiencia tienen como orientación general los principios de la logoterapia de VĆctor Frankl .
La logoterapia, mĆ”s que preocuparse por la solución de los conflictos, insiste en buscar un sentido a la vida, por el cual vivir. Los miembros del Grupo Renacer sabemos que āNo importa lo que nosotros esperamos de la vida, sino lo que la vida espera de nosotrosā.
Cuando la partida de nuestros hijos sirve para hacernos mƔs amorosos y solidarios con los que sufren, para convertirnos en mejores personas, nuestro sufrimiento cobra sentido y tambiƩn la vida de esos hijos que nos precedieron en el viaje evolutivo.
Transformar el dolor en amor
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En mayo de 1988, perdimos a nuestro hijo NicolÔs y entonces vivimos una verdadera conmoción existencial y pasados los momentos iniciales de dolor y tristeza, uno tiene que preguntarse ¿quién soy? y cómo voy a ser después, porque no hay vuelta atrÔs.
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Después de perder un hijo, no somos las mismas personas; entonces esa pregunta ¿quién soy? y ¿quién voy a ser?, se vuelve acuciante si uno no quiere destruirse, pues quedan otros hijos y porque si uno se destruye el mensaje que estÔ dando a la vida es que esos hijos, eventualmente, vinieron al mundo para arruinarnos la vida y ese es un mensaje que nadie quiere dar.
Un hijo representa mucho mƔs que dolor; en realidad representa mƔs, representa amor.
Como institucionalmente no habĆa una respuesta a esa conmoción existencial, empezamos a buscar a otros padres que habĆan pasado por la misma circunstancia y los invitamos a juntarnos y formar un grupo.
Ellos nos preguntaban ĀæquĆ© vamos a hacer? Y nosotros les decĆamos, todavĆa no sabemos, pero una cosa es cierta: no vamos a ser un grupo de llorones, vamos a juntarnos para ver cómo podemos encontrar un sentido, un significado a esto que nos pasó.
Para nosotros la respuesta al problema que se presenta para la recuperación integral de la persona, o sea, la recuperación espiritual, la recuperación emocional, la recuperación afectiva, la recuperación social y a nivel profesional en la actividad que cada uno desarrolle, es estar acompañado con pares en un grupo de ayuda mutua.
Ese es para nosotros el camino.
Nosotros les decimos a todos los papĆ”s que quizĆ” no ven en esto el camino para ellos, que por lo menos lo intenten, porque Renacer ofrece un camino positivo, amoroso y que tiene que ver con transformar el dolor, ese dolor tan increĆble, transformarlo en amor, porque ĀæquĆ© es mĆ”s fuerte? ĀæquĆ© es mĆ”s fuerte que el dolor? te lo pregunto a ti y me dices el amorā¦
(Del mensaje de Renacer: En canal 4 de Montevideo aƱo 2006)
Por qué ayuda mutua
y no autoayuda
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)Si bien RENACER nació como grupo de autoayuda, desde hace años se ha cambiado este término por el de ayuda mutua.
En la elección del tĆ©rmino āayuda mutuaā por sobre āautoayudaā se ha respetado el concepto frankliano de la felicidad no como meta, sino como el resultado de una tarea o una misión adecuadamente cumplida que, en este caso, consiste en ayudar a un hermano que sufre, y en ese ayudar a otro, nos ayudamos a nosotros mismos en un proceso de ayuda mutua.
Esta vuelta de tuerca existencial de ārecibir para despuĆ©s darā, tan frecuente en los āpreĆ”mbulosā de los grupos de autoayuda, hacia el ādar para recibirā de Renacer, es consistente con el postulado cristiano y reafirma al hombre como un ser abierto al mundo y a los hombres, que se reconoce en la siguiente frase de VĆctor Frankl: āEl hombre que se levanta por sobre su dolor para ayudar a un hermano que sufre trasciende como ser humanoā, uno de los lemas de Renacer.
Se nos ha dicho que cuando perdemos un hijo estamos tan llenos de dolor que no tenemos nada para dar salvo dolor y desesperanza y, en consecuencia, cómo podemos ir a un grupo a dar algo de nosotros.
Esto quizÔ ha sido cierto hasta que llegó Renacer a proponer un cambio existencial, y decir que la pérdida de un hijo es una condición permanente, pero el dolor que ello produce no debe ser permanente y que, aún inmersos en la mÔs profunda crisis, siempre nos queda la libertad para decidir la actitud con la que hemos de enfrentar nuestro destino.
A lo largo de estas lĆneas nos hemos acercado a una nueva propuesta para los grupos de ayuda mutua, a un nuevo camino a recorrer por los seres sufrientes; camino que partiendo de la desesperanza, de la soledad existencial y de un sufrimiento sin sentido aparente, nos conduce a una existencia valiosa, autĆ©ntica, que se afirma a sĆ misma en una lucha laboriosa y honesta, no para no sufrir, no para olvidarnos, sino para reafirmar nuestra firme decisión de volver a empezar una y cuantas veces sea necesario, pero haciĆ©ndolo con la frente alta, mereciendo, como decĆa Dostoievsky, ser dignos de nuestro sufrimiento, pues igualmente digno y valioso es el origen de ese sufrir.
Poco a poco se va haciendo evidente que la propuesta de Renacer, va mucho mƔs allƔ de un mero confortar a los que sufren, va transformƔndose en un imperativo Ʃtico.
En otras palabras, es el camino que lleva al hombre a su ser, el camino que lo lleva a alcanzar su humanidad.
(Del Mensaje de Renacer, sobre ayuda mutua: En āDe Esencia y fundamentos de Renacer como grupo de Ayuda Mutuaā)
La razón de ser de Renacer
En pocos dĆas Renacer cumplirĆ” 24 aƱos, su historia es la historia de un cambio posible conseguido por miles de personas de mĆŗltiples comunidades, cimentado en un nuevo y sólido fundamento filosófico antropológico y una moral de la responsabilidad y de la libertad, sustentado en la dimensión espiritual como atributo especĆficamente humano.
Hasta la aparición de Renacer como grupo para padres que enfrentan la muerte de hijos, la Ćŗnica alternativa que existĆa, para un padre que perdiera un hijo era āatravesar el proceso de dueloā y si necesitaba acompaƱamiento en ese proceso debĆa recurrir a quienes, tradicionalmente, habĆan ātuteladoā dicho proceso, es decir, los especialistas en las ciencias de la psiquis y los representantes de las diversas religiones.
En la medida en que aún no existe palabra ni lenguaje que dé nombre a los padres que pierden hijos, todos los conceptos vertidos hasta ahora sobre el duelo por una muerte que al venir da un nombre a los deudos (viudez, orfandad), carecen de vigencia, carecen de ser cuando se los aplica a los padres que pierden hijos; son, en estos casos, sólo meras apariencias.
A partir de estos conceptos se tornaba claro el desafĆo: No existiendo un ādueloā convencional por la muerte de un hijo, era necesario buscar nuevos caminos, nuevos territorios, pensar lo aĆŗn no pensado.
En esa bĆŗsqueda, en un proceso de hacer camino al andar, de una manera distinta de la hasta entonces considerada como āclĆ”sicaā, a saber, alejada de todo tutelaje del ser sufriente, ya sea Ć©ste quĆmico, psicológico, religioso o social, queda al descubierto y aparece la dimensión espiritual, donde tienen su origen aquellos fenómenos especĆficamente humanos, aquellos que han de permitir la bĆŗsqueda seƱalada.
Cuando partió NicolĆ”s, aparecieron en nuestras vidas, en un momento determinado, muchos papĆ”s y mamĆ”s que habĆan perdido hijos; muchos, pero muchĆsimos, a tal punto que un dĆa conversando con Alicia, notamos que eran demasiados padres que habĆan perdido hijos; estĆ”bamos encontrando demasiados padres que habĆan perdido hijos, entonces, frente a esa evidencia que no podĆamos desechar, nos quedaba analizarla y no encontramos mĆ”s que dos alternativas: o era una casualidad o era una seƱal.
Nosotros tenĆamos que elegir entre las dos alternativas y podrĆamos haber elegido "una casualidad", sin embargo, dijimos: si esto es una casualidad no tenemos nada que hacer, pero ĀæquĆ© pasa si esto es una seƱal? ĀæquĆ© pasa si esto es un mensaje y nosotros lo dejamos pasar? ĀæY si lo dejamos pasar y es la Ćŗnica oportunidad?
Entonces pensamos, ¿mensaje de qué puede ser? ¿una señal de qué puede ser? y la señal estaba clarita: júntense con otros padres.
Es asĆ que se planteaba la posibilidad de la ayuda mutua como un nuevo enfoque frente al modelo de duelo imperante e inoperante.
AsĆ lo vimos nosotros y en un acto de fe nos tiramos de cabeza a una pileta vacĆa.
El 5 de diciembre de 1988 nos juntamos en RĆo Cuarto, con otros padres que habĆan perdido hijos en los 12 meses anteriores; para encontrarle un significado al sufrimiento; para encontrar un sentido a lo que nos habĆa pasado y para encontrar āUn despuĆ©s comoā, pero no iba a ser una reunión de llorones.
Si hubiĆ©semos tenido la convicción de que somos aquello que recibimos de la vida, no hubiĆ©semos dado ese salto, no hubiĆ©semos dado ese paso, no hubiĆ©semos hecho esa entrega a la vida y, a lo mejor, "Renacer" hubiera nacido lo mismo, seguro que sĆ, en otro tiempo, en otro lugar.
Recordemos el ejemplo del Miguel Ćngel, que cuando terminó el MoisĆ©s y le preguntaron ĀæCómo habĆa hecho semejante belleza? Ć©l dijo: āestaba hecho, yo sólo le quitĆ© el mĆ”rmol que sobrabaā.
Era algo que estaba latente, esperando ser descubierto.
En realidad, ĀæQuĆ© hemos hecho nosotros? Le hemos quitado el polvo a algo que ya estaba; que era la necesidad de que los padres que perdĆan hijos no se murieran con sus hijos, para que, de esa manera, no transformĆ”ramos a nuestros hijos en nuestros verdugos.
Eso es lo que nosotros hicimos, simplemente quitamos el dolor a la experiencia de la muerte de un hijo, aflorando el amor al hijo.
Simplemente, hemos seguido un camino, el camino que hemos transitado y en el que creemos y despuĆ©s queda la libertad de cada uno para tomarlo o no. Recordemos un pensamiento de Goethe āĀæpor quĆ© he de encontrar un bien, si no he de trasmitirlo a mis hermanos?ā; esta frase define la esencia de lo que es la ayuda mutua.
Un aƱo despuĆ©s un "regalo de Dios" vino a nuestras manos en forma de un pequeƱo libro: "El hombre en Busca de Sentido" de VĆctor Frankl. Al leerlo experimentamos el fenómeno del Ā”ajĆ”!
Inmediatamente encontramos un paralelo entre nuestros sentimientos, como padres que hemos perdido hijos y los de los prisioneros en campos de concentración.
Para nosotros fue algo asĆ como un rayo de luz que caĆa del cielo y de repente iluminaba nuestro camino.
Como el prisionero, para el padre que pierde un hijo, el tiempo parece ilimitado y eterno; Frankl lo llama "la extraƱa experiencia del tiempo", cada dĆa debe ser vivido en todos sus minutos, con los recuerdos diarios y las rutinas sin la presencia del ser amado. Confrontados con la realidad de nuestro hijo muerto sentimos, como lo expresa Frankl que "todo lo que poseemos es nuestra existencia al desnudo". La experiencia nos muestra con toda su crudeza y por primera vez, la transitoriedad de la vida. Confronta a los padres con su propia finitud. Como el prisionero, ven ahora la existencia como provisional y de duración desconocida. No saben cuĆ”nto tiempo se sentirĆ”n de esta manera, no saben cuĆ”nto tiempo podrĆ”n vivir de esta manera. Frankl dice que "el hombre que no puede ver el fin de su existencia provisional es incapaz de plantearse una meta en su vida. Cesa de vivir para el futuro". La vida misma no puede ser concebida sin ese hijo, esa posibilidad nunca fue siquiera considerada, por lo tanto, debemos encontrarle un nuevo sentido a nuestra existencia. Hemos perdido aĆŗn nuestra identidad, ya no sabemos cuĆ”les son nuestras creencias, y nos cuesta reconocer nuestra propia imagen en el espejo. AsĆ es como vivimos los primeros tiempos.
Nuestro trabajo en Renacer estĆ” profundamente influenciado por la obra de VĆctor Frankl; en su obra hemos encontrado los fundamentos antropológicos y filosóficos necesarios para llevar adelante esta tarea.
De Ć©l tomamos el lema que sintetiza, en una sola frase, lo que es la razón de ser de Renacer: āEl hombre que se levanta por encima de su dolor para ayudar un hermano que sufre, trasciende como ser humanoā.
Este lema nos dice que merced a su trascendencia es que el hombre encuentra los recursos necesarios para levantarse por sobre su sufrimiento y el encontrar sentido en el horizonte de su vida, hace posible saltar cualquier obstƔculo que en ella se presente.
El elevarse por encima de su tragedia, para ayudar a un hermano que sufre, segĆŗn VĆctor Frankl, expresa el emerger de la dimensión espiritual, fenómeno especĆficamente humano de la ayuda mutua, ya que al orientarse a algo o a alguien que no es uno mismo y desarrollar la capacidad de distanciarse de sĆ mismo,seƱala la autotrascendencia intrĆnseca del ser humano.
La razón de ser de Renacer es ayudar a los padres que vienen atribulados por el dolor, sintiéndose solos por primera vez en su vida y llegan a una reunión y quieren que los ayuden, eso es Renacer.
Los padres que se acercan a RENACER lo hacen, en realidad, no sólo porque han perdido un hijo, sino, que, habiĆ©ndolo perdido, no quieren seguir viviendo como lo estaban haciendo. La mayorĆa de ellos han hecho catarsis, quizĆ” durante el velatorio del hijo o los dĆas, semanas y aun meses posteriores con amigos, o familiares. Al llegar al grupo y advertir inmediatamente "cuĆ”ntos somos", que no son los Ćŗnicos que sufren, su perspectiva cambia inevitablemente.
Para las reuniones de Renacer, no hay realmente una fórmula, nosotros siempre pensamos que en las reuniones debe mantenerse un no hacer catarsis en lo posible, no alentar la catarsis, alentar sĆ el pensamiento positivo y amoroso de los papĆ”s que van ingresando y hacerles ver que todavĆa en su vidas, hay un horizonte pleno de posibilidades, para que ellos elijan como vivir su vida, que cada uno tiene que hacer su mejor esfuerzo y que la responsabilidad de cómo vivimos nuestra vida es nuestra siempre, desde el primer dĆa.
No nos confundamos, el verdadero Renacer es en el campo de batalla, allĆ donde estĆ” el sufrimiento, allĆ donde las personas requieren de aquellos que ya han pasado por este camino.
Hemos dicho, en muchas ocasiones, que el Mensaje de Renacer no es un regalo que ustedes reciben; el Mensaje de Renacer es un préstamo que tiene que ser devuelto, no a nosotros que no lo necesitamos, sino a los que vienen detrÔs de ustedes, a los que van a venir en el futuro y es con ellos con quienes ustedes tienen obligación, no con nosotros.
Renacer no somos nosotros, Renacer es un mensaje que se engrandece con nuestra actitud, pero no creamos que somos nosotros.
Renacer es una obra de amor y el amor es el verdadero encuentro entre personas, relación en cuyo marco ambos integrantes del par āYo-Tuā se reconocen en toda su humanidad, en la que no interviene ideologĆa alguna., es una obra de la vida, dejemos, entonces que nuestros corazones se abran y pueda entrar en ellos el amor por la vida y por los que sufren y asĆ, de esa manera, sin imposición alguna, la vida misma indicarĆ” el camino que esta tarea debe seguir.
Alicia Schneider Berti- Gustavo Berti
bertilogoterapia@gmail.com Viernes 30 de noviembre de 2012